jueves, 31 de marzo de 2011

Era de esos días en los que el mar se confundía con el cielo, y actuaba de espejo; siendo capaz de verme reflejada en él. El sol tenía la peculiaridad de transmitir el calor, como nunca antes lo había hecho, empezaba a notar como la melanina de mi cuerpo empezaba a hacerle sitio a los rayos UVAS, que se acoplaban como unos buenos invitados.
La radio transmitía exactamente esa canción que tanto me gusta, y me impulsaba a bailar sobre mi toalla. Mientras, mis impulsos retenidos por la falta de seguridad se convertían en palabras que iba soltando por mi boca, sí. Estaba cantando, en público, si se le puede llamar así a los granos de arena. Eran las once de la mañana y la playa estaba muy vacía, la arena parecía pan rallado, blanco, suave, delicado, a decir verdad te incitaba a coger una gran cantidad de esta, más que nada para liberar tensiones.
A lo lejos se ven unas cuantas gaviotas jugueteando entre sí. Otras están simplemente posadas sobre el agua, resfrescándose.
En lo alto, se ve una avioneta, ¿qué está haciendo? Ah, es de esas. Típicas avionetas pilotadas por un hombre al que le hace otro el favor, sí, favor. Pone en el cielo algo, no veo con claridad qué es. ¿Enserio? En estos días hacen ya de todo. Ha escrito: ‘‘Mel, teamo. ’’ ¿Sabrá la destinataria que va para ella? Nunca lo sabré.
El agua parece buena. Tiene ese color que te incita a bañarte, además con este calor ¿a quién no le apetecería un buen chapuzón? Hay varios niños jugueteando en ella, una niña negra, con unos pelos super graciosos, a lo afro. El niño tendrá unos siete años, es blanco con un bañador de Spider-Man. En cambio la niña parece que no es de las típicas princesas, le gusta el azul, prueba de ellos es que lleva un biquini a sus escasos años. Juegan con una pelota al un x dos. Se están divirtiendo A lo lejos, en las bollas, están los típicos chulillos del grupo, con las tablas de surf, aunque hoy muchas olas no es que haya. Está el agua completamente plana, ‘’hecha un plato’’.
Estoy tumbada cerca del chiringuito. Es de paja por el techo, y las losas de color azul perdido. La camarera es muy guapa, una chica joven, veinte años, morena con los ojos verdes, y con ganas de vivir, y de sacarse un sueldecillo. El hombre que está en la barra es más mayor unos treinta y pocos, un ‘’viva la vida’’, seguro. Se le ve aventurero y gracioso. Y al fondo del chiringo, están los típicos abuelos, jugando al póquer, disfrutando de sus últimos años.
A mi derecha tengo una pareja de chicos, quince años tendrán. Una chica y un chico. Parece que están saliendo juntos, sí, están saliendo. Ella le hace cosquillas en la espalda, es más creo que le está poniendo palabras que él tiene que averiguar y si las acierta se gana un beso. Prueba de ello, el que antes le dio. Se divierten. Y mucho.
Intento fijarme en el fondo del mar, se ve un yate, dios sabe a quién lleva, sólo sé que seguro no está tan bien como estoy yo ahora mismo, sobre todo porque ese chico rubio ceniza me acaba de guiñar el ojo;)

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